La gestión de crisis y la creatividad son componentes cruciales en el contexto terapéutico.
La habilidad de gestionar estas crisis de manera adecuada implica evaluar riesgos, garantizar la seguridad de la persona y mantener la calma. La creatividad, por su parte, permite la búsqueda de soluciones no convencionales a problemas complejos, adaptándose a las necesidades individuales.
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